2. Los Olímpicos II/VII
"Cinco etapas de la religión griega" (1955), por Gilbert Murray
Esta publicación es parte de una serie, ¿ya leyó la parte anterior?
Hoy continuaremos con la segunda parte de siete concernientes a la segunda etapa de la religión griega, los Olímpicos, según “Cinco etapas de la religión griega”, en su tercera edición (1955), por Gilbert Murray (1866-1957). Esta segunda parte se centrará, todavía de manera introductoria, en el origen y naturaleza de los dioses olímpicos.
Heródoto mismo nos dice en un pasaje que fueron Homero y Hesíodo los que organizaron las generaciones de los dioses griegos, dándoles sus nombres, distinguiendo sus atributos y representando sus formas (2.53); además, considera que esto ocurrió aproximadamente 400 años antes de su tiempo, es decir, alrededor del 830 a.C., pero no antes que eso. Antes de esto, los pelasgos, contrapuestos a los helenos, veneraban innumerables dioses, sin nombres particulares, y algunos de ellos con emblemas sexuales que representaban sus poderes de fertilidad y generación, como el Hermes ateniense. Pues bien, Murray está bastante de acuerdo con este juicio, y en efecto la primera etapa de la religión griega, según este autor, se refiere a ese período pelasgo que menciona Heródoto, y que exploramos en algo de detalle durante publicaciones previas. Sobre este pasado difuso se yergue ahora la gran familia Olímpica antropomórfica, definida por la epopeya homérica y, en menor manera, por Hesíodo, del que hablaremos luego.
Bien, ¿quiénes son estos dioses olímpicos, y de dónde vienen? Pregunta válida, pues Homero no se los inventó de la nada. Empecemos por el porqué se les llama “olímpicos”. ¿Es acaso porque son los dioses del monte Olimpo, la antigua montaña sagrada de los aqueos homéricos, o porque pertenecen al gran santuario de Olimpia, donde Zeus disfrutaba de su más grande festival? La pregunta es importante, porque estos dos lugares se encuentran en regiones opuestas en Grecia, estando el Olimpo en el Norte de Tesalia, en el noreste de Grecia, y Olimpia en Elis, en el suroeste. Por un lado, en Homero está claro que estos dioses viven en el monte Olimpo; pero, por otro, cuando Pisístrato introdujo el culto a Zeus Olímpico en Atenas, construyendo el Olimpeo, lo trajo directamente de Olimpia, en Elis, trayendo el complejo de dioses eleano: Zeus, Rea, Kronos y Ge Olimpia. La respuesta a esta pregunta, según Murray, es que los Olímpicos simplemente pertenecen a ambos lugares; el asunto es meramente uno de migración tribal. Apoyándose en estudios históricos, dialectales, y datos de los antiguos mismos (como Pausanias), el autor nos explica que los aqueos norteños, en su migración hacia Grecia, descendieron por Grecia central y el golfo de Corinto, hasta asentarse en Elis, trayendo consigo su Zeus, ya llamado “Olímpico”, y lo establecieron como superior al dios preexistente, Kronos. Así, los juegos religiosos celebrados en Elis se volvieron “olímpicos”, y el santuario local junto al cual se realizaban se volvió “Olimpia”.
Esta explicación también resuelve el por qué hay más de un “monte Olimpo”. Además del mencionado en Tesalia, hay otro en Misia, en Asia Menor, del otro lado del mar Egeo; pero en realidad hay alrededor de una veintena de montañas y cerros en la Grecia misma con dicho nombre. “Olimpo”, muy seguramente, no es más que una palabra pre-griega que significa “montaña” o aplicada a ellas, y así los dioses olímpicos simplemente, conforme sus veneradores migraban, terminaban viviendo en la montaña cercana más alta, y dicha montaña entonces se volvía un “monte Olimpo”. Los Olímpicos, entonces, son los dioses montañosos de los invasores norteños, los caudillos y príncipes con sus hordas de guerreros que descendieron sobre la Grecia prehelénica, imponiendo su lengua, su religión, y su forma de vida.
¿Cuál es esta forma de vida? Nos dice Murray que es un canon del estudio de las religiones que todos los dioses reflejan el estado social, pasado o presente, de sus veneradores. Teniendo esto presente, ¿cuál es entonces la apariencia de los dioses homéricos? ¿Para qué existen los olímpicos, qué hacen, y cómo se relacionan entre sí? Pues bien, empecemos por el hecho de que muchos dioses pretenden haber creado el mundo; sin embargo, los Olímpicos no tienen tales pretensiones. Lo único que hicieron fue conquistarlo. Zeus y su comitiva de dioses vencieron a Kronos y los suyos, conquistando el mundo y expulsándolos, repeliéndolos más allá del horizonte. Zeus se impuso en el poder, dándole grandes reinos a sus hermanos Hades y Poseidón, y otorgándole feudos menores a algunos de sus hijos y seguidores. Apolo marchó en su propia aventura y conquistó Delfos; Atenea venció a los Gigantes, y ganó Atenas arrebatándola de Poseidón. Pero una vez conquistados sus reinos, ¿qué hacen? ¿Se ocupan de su gobierno, promueven la agricultura, practican oficios, desarrollan industrias? No, nada de eso. Viven simplemente del rédito de los otros y, si no corresponden como es debido, los castigan con su ira divina. Son caudillos conquistadores, piratas regios; luchan y banquetean y juegan y tocan música; toman mucho, y se burlan del herrero cojo que les sirve; nunca temen, excepto de su propio rey; nunca mienten, excepto en el amor y la guerra.
El herrero cojo es, por supuesto, Hefesto, y alguno dirá que antes dijimos que ningún Olímpico se reduce a la tarea de los oficios. Sin embargo, un herrero, un forjador de armas, es en efecto el único artesano requerido por una banda de guerreros como lo son los Olímpicos, y además lo prefieren cojo, para que no pueda huir de ellos.

Finalmente, alguien podrá señalar que Apolo en algún momento pastoreó el ganado de Admeto, y que Apolo y Poseidón construyeron las murallas de Troya para Laomedón. Sí, pero este trabajo no es trabajo habitual, sino que es un castigo especial. Algunos otros Olímpicos tendrán sus relaciones especiales con la agricultura o algún tipo de industria, como Atenea con el telar, pero recordemos que los Olímpicos, en su desplazamiento de los dioses pre-helénicos, los saturnianos, también absorbieron algunas de sus funciones, atribuciones y cultos.

En los siguientes dos artículos cubriremos con mayor detalle algunos aspectos de los principales dioses olímpicos, iniciando por Zeus, Apolo y Atenea en la tercera parte.