En esta ocasión nos complace anunciar el inicio de una nueva línea de publicaciones, ahora centrada en asuntos bélicos y militares, sobre la práctica de la guerra en la Antigua Grecia. En esta línea de publicaciones vamos a abordar temas de armas, armaduras, vehículos y dispositivos militares, táctica y estrategia, logística, guerras y batallas famosas, etc. Vamos a iniciar recurriendo al texto “Warfare in Ancient Greece”, escrito por Tim Everson, historiador inglés especializado en asuntos bélicos de la Antigua Grecia, aunque posiblemente luego echemos mano a otros textos complementarios, los cuales anunciaríamos en su debido momento. Empezaremos de manera cronológica, y esto significa iniciar hablando de los micénicos, los antepasados directos de los griegos históricos que conocemos.
Introducción
La Península Balcánica experimentó un rápido desarrollo civilizatorio bajo la influencia de Creta en el segundo milenio a.C., donde la potencia naval de los minoicos, centrada en Cnosos, en dicha isla, se enriquecía mediante el comercio. Antes de los 1600s, poseemos pocas evidencias de actividad militar en el Egeo, reinando una aparente paz bajo la hegemonía de esta civilización minoica. Sin embargo, parece que por ahí del 1650 esto empezó a cambiar, con los griegos continentales, de una civilización distinta a la minoica, llamada micénica, iniciando una lucha por dicha hegemonía egea. Como consecuencia de esto, encontramos creciente evidencia de enfrentamientos bélicos, hasta que en el 1400 los palacios cretenses fueron destruidos, con únicamente el de Cnosos, el más importante, siendo reconstruido después, probablemente como centro de operaciones y control militar para los nuevos señores del Egeo, los griegos micénicos.
Para esta época micénica temprana, del 1600 al 1300 aproximadamente, tenemos restos arqueológicos, representaciones artísticas y registros escritos de inventarios, mediante la escritura de ideogramas del silabario Lineal B micénico, que nos sirven como fuentes de información con respecto al equipamiento militar de la época, e indirectamente sobre la naturaleza de la guerra en esos años. Lo que no tenemos para este período, ni para los siguientes, el Micénico Tardío y la Edad Oscura, es historia propiamente; es decir, registros escritos que nos narren sucesos militares, culturales y sociopolíticos, que directamente nos hablen del equipamiento militar, tácticas, batallas, estrategias, etc.
Generalidades militares
Los micénicos adoptaron el modo de organización espacial y política de los minoicos, centralizando la administración de sus sociedades en palacios. Los más grandes e influyentes de estos palacios fueron los de Micenas (de donde la civilización toma su nombre), Pilos, Cnosos, Tebas, Atenas, entre otros. Cada palacio reinaba sobre un área circundante, y estaban frecuentemente en guerra con otros palacios vecinos. Esta cercanía, la existencia de poderes regionales independientes, así como la naturaleza belicosa de los micénicos, es lo que hace que en esta época haya habido mucha mayor actividad militar, y por lo tanto que tengamos muchos más restos arqueológicos que la reflejan.
La evidencia nos muestra que los griegos micénicos luchaban tanto a pie como en carros de guerra. Hay muy poca evidencia de caballos siendo montados, y ninguna de su uso como caballería. La principal razón por la que no existía la caballería en esta época es porque los caballos todavía no habían sido reproducidos y criados para llegar a ser de un tamaño y fuerza suficientes para poder cargar guerreros, especialmente guerreros con armadura. Además, inventos tan fundamentalmente necesarios para montar un caballo y maniobrarlo a altas velocidades, como los estribos y la montura, tampoco habían sido inventados. Por todo esto es que, en lugar de montar caballos y luchar desde ellos, se usaban carros de guerra.
Los carros fueron utilizados extensamente durante el mundo antiguo como una medida rápida de transporte, ya fuera en un contexto bélico o no. Sin embargo, fueron rápidamente reemplazados una vez que los caballos alcanzaron cierto tamaño y fuerza (pero sin haberse inventado todavía los estribos ni la montura), y en Grecia esto parece haber ocurrido alrededor del siglo X a.C., algo que cubriremos en un artículo futuro. Sin embargo, ha existido mucho debate sobre cómo y para qué exactamente eran utilizados los carros de guerra: algunos especialistas hablan de lanceros con armadura pesada cargando unos contra otros, o contra infantería, en estos carros, algo que ha sido demostrado que es posible y viable; otros los interpretan únicamente como un estilo de servicio de taxi, es decir, simplemente un medio de transporte para llevar y traer aquí y allá a guerreros importantes en el campo de batalla, en efecto el único uso del carro de guerra que nos narra Homero siglos después; otros, en su lugar, piensan que estos carros de guerra servían más bien como plataformas móviles para arqueros, aunque al menos en un contexto griego esto parece poco probable.
Algo cierto es que los pasajeros en un carro de guerra muy probablemente no portaban escudos, usando más bien armadura pesada. Tenemos evidencias de que podían portar lanzas, espadas y arcos. Aunque los números en otras culturas de la época, como la egipcia y la hitita, nos hablan de una proporción de 1:3 o 1:4 entre infantería y carros de guerra, en un contexto griego los reinos palaciales parecen no haber contado cada uno con más que algunos centenares de carros, aunque podían poseer ejércitos de alrededor de cinco mil hombres. Por su parte, la infantería luchaba con lanza, espada y escudo. Las jabalinas, lanzas más pequeñas y ligeras utilizadas como dardos arrojadizos, muy probablemente eran usadas también, y además tenemos evidencia de arquería y el uso de hondas. Los yelmos eran utilizados abundantemente, y a continuación ahondaremos en sus estilos, fabricación, materiales, y otras características de ellos.
Yelmos
Yelmos de cobre batido con martillo aparecen por primera vez en Ur, ciudad sumeria en Mesopotamia, alrededor del 3000 a.C., y fue el primer tipo de armadura desarrollada, debido a que la cabeza es el área más vulnerable e importante. Yelmos de bronce, una aleación de cobre y estaño más resistente, ligera y rígida que el cobre por sí solo, habría sido la progresión natural, pero lo caro de su manufactura hizo que durante más de mil años la vasta mayoría de soldados en Medio Oriente utilizaran yelmos de cuero u otros materiales en su lugar. En parte, el elevado costo de piezas de bronce se debe a que es más difícil de trabajar que el cobre por su elevada rigidez, pero también porque el estaño debía ser importado desde Gran Bretaña o Afganistán, para siquiera poder hacer la aleación en un primer lugar, por lo que el material era mucho más escaso y por lo tanto caro.
Yelmos de colmillos de jabalí
Los griegos micénicos, sin embargo, no fueron influenciados por estas culturas, como la egipcia o hitita, a la hora de desarrollar su primera versión de yelmo, completamente único y autóctono, alrededor del 1650: el yelmo de colmillos de jabalí. Tenemos múltiples restos arqueológicos de estos yelmos, datando de alrededor del 1600 al 1150 a.C., y también tenemos ilustraciones en diversos medios de dichos yelmos. La evidencia nos dice que, aunque también se llegaron a desarrollar yelmos de bronce posteriormente, este tipo de yelmo fue el más comúnmente usado, al menos hasta la caída de la civilización micénica, hacia el 1100 a.C.
Estos yelmos eran creados con una base de cuero rígido que les daba su forma y parte de su resistencia. Hay dos subtipos de yelmos, donde los primeros tienen placas principalmente trapezoidales de colmillo de jabalí, a las cuales se les taladraban pequeños orificios de un lado al otro, y se cosían en la base de cuero, pero a menudo sin cubrir toda la superficie. La vasta mayoría de los ejemplares de este primer subtipo datan de antes del 1600. El segundo subtipo, posterior a los 1600s, consiste en una versión donde en lugar de placas trapezoidales se utilizaban los colmillos enteros, alineados en filas con orientación alternante, ahora siempre cubriendo la totalidad del área del yelmo. En este segundo subtipo eventualmente los orificios eran taladrados por detrás y saliendo por un lado, de esa manera la costura no quedaba expuesta al frente, lo que la habría dejado propensa a ser dañada con el uso o cortada en un enfrentamiento. Además de esto, parece que la sección de la costura era cubierta con franjas de cuero que la resguardaban todavía más, también asegurando los colmillos en su lugar de manera aún más rígida. Estos colmillos oscilaban entre los 5 y 8 cm de largo, dependiendo de la cantidad de filas en el yelmo.


La mayoría de estos yelmos también tenían carrilleras, es decir, piezas laterales que cubrían parcialmente las mejillas y quijada, igualmente cubiertas con colmillos. Algunas representaciones posteriores parecen sugerirnos que a veces también traían una pieza para proteger la nuca y cuello, aunque no está muy claro si esta pieza era únicamente de cuero o también venía cubierta con colmillos. Además de esto, al parecer a veces tenían accesorios como cuernos, crestas, penachos de pelo de caballo y algo que parecen como pompones, de material desconocido. Existe también una variante con refuerzo de discos de bronce en lugar de colmillos.

Estos yelmos, como ya se dijo, eran muy comunes en la Grecia continental, pero menos en Creta, puesto que allí no había jabalíes nativos. Y bien, ¿por qué colmillos de jabalí? Bueno, ya hablamos sobre los costos inherentes al bronce y la dificultad de trabajarlo. Si bien hacer espadas o lanzas era una tarea relativamente fácil, crear láminas de bronce y moldearlas en yelmos o armaduras, y hacerlo de un grosor que fuera manejable pero que tampoco volviera la pieza demasiado débil, era una tarea mucho más difícil. Por otra parte, la cacería de jabalíes era una práctica muy importante en la cultura guerrera micénica, y probablemente en un inicio la decoración de yelmos de cuero con colmillos de jabalíes empezó como una manera de mostrar la destreza y habilidad del guerrero, y sólo después comenzó a hacerse buscando una protección práctica. Los colmillos de jabalí son de un material más denso que el hueso, y debieron haber ofrecido un buen nivel de defensa. Un golpe a la cabeza probablemente habría quebrado los colmillos que impactara, pero la fuerza del golpe habría sido disipada por ellos, protegiendo al guerrero. El número de colmillos por yelmo varía entre 40 y 140 aproximadamente, pero en términos generales se debieron haber cazado unos 40 o 50 jabalíes para producir cada yelmo.

Yelmos de bronce
Tenemos un único ejemplar, mayoritariamente entero, de un yelmo de bronce de época micénica temprana, encontrado en Cnosos y datado al 1400 aproximadamente. Hecho enteramente de bronce, se va estrechando hasta terminar en un estilo de punta redondeada, de donde se podía sujetar un penacho, y también cuenta con un par de carrilleras, aunque estas no están pegadas al yelmo. Tanto éste como las carrilleras poseen, en sus bordes, líneas de agujeros a través de los cuales se cosían a una base de cuero, similar al caso de los yelmos de colmillos de jabalí. Es muy difícil crear estos yelmos sin tornar la capa de bronce considerablemente delgada en el proceso, por lo que de no tener un material de refuerzo la protección metálica sería prácticamente inútil. Esta capa interna también ayuda a mitigar el riesgo e incomodidad de fricción entre la piel y el metal.
Junto con este yelmo se encontraron alrededor de 150 grapas de bronce, pequeñas piezas en forma de U. Se cree que éstas pudieron haber servido para unir el yelmo con un accesorio para la protección del cuello, compuesto probablemente por varias capas de cuero o bronce al estilo de placas superpuestas, pero esto es conjetural.
En el próximo artículo de esta línea temática continuaremos explorando otros tipos de armadura corporal en el período micénico temprano.