Con mucho entusiasmo nos complacemos en inaugurar esta nueva línea temática enfocada en la arquitectura griega antigua. Como es habitual, sin embargo, y siempre ateniéndonos a una progresión cronológica que mejor ejemplifique la evolución y transformación del asunto con el paso del tiempo, hemos de iniciar con los minoicos, aquel pueblo cretense que fue algo así como unos medio-bisabuelos de los griegos clásicos, progresando luego con los abuelos, los micénicos, y finalmente arribando a los griegos de la Antigüedad. Para esta primera época minoica recurriremos al texto titulado “Architecture of Minoan Crete: Constructing Identity in the Aegean Bronze Age”, por John C. McEnroe, clasicista estadounidense especializado en las bellas artes y con muchos años de experiencia en arqueología y excavaciones arquitectónicas en Creta. Sin embargo, antes de hablar de arquitectura, es necesario ubicarnos geográfica, climática, étnica, identitaria y temporalmente.
Geografía y clima
Creta es algo así como un continente en miniatura, ya que posee todo el rango de topografía y climas mediterráneos condensado en una extensión territorial de alrededor de 250 km de largo y menos de 60 km de ancho: montañas nevadas, extensas playas, terrenos secos inhóspitos, praderas fértiles, populosas ciudades y grandes extensiones de densa naturaleza inaccesible. Además de ser algo así como una combinación de Europa, Asia y África, Creta también tiene mucho que le es único: por ejemplo, de unas 1650 especies de plantas en la isla, unas 160 son endémicas. La isla está atravesada por cadenas de montañas que van de Este a Oeste. Al Norte de esta espina dorsal, las montañas se convierten en colinas, planicies costeras y largas bahías que proveen profundos puertos para los barcos modernos. Históricamente, la mayor cantidad de la población se ubicó en esta región. Hacia el Sur, las montañas descienden precipitosamente, creando grupos de pequeñas aldeas costeras únicamente accesibles por bote.
Hacia el extremo Oeste se yerguen las Montañas Blancas, las cuales se convierten en colinas conforme se progresa hacia el Este, para luego volver a elevarse en el Monte Ida, la mayor elevación en Creta con 2456 m, y antiguo refugio de Zeus cuando era un bebé, huyendo de su padre Cronos. En las laderas occidentales del Monte Ida está el exuberante valle de Amari, y hacia el Este de este monte se desciende a la fértil tierra que rodea la ciudad de Arjanes, fértil en uvas. Hacia el Sur está la planicie de Mesara, la cual, regada por el río Geropótamos, contiene dos tercios de la tierra más arable de la isla (~40,485 ha). Esta planicie está separada de la costa Sur por las Montañas Asterusia. Hacia el Este, se yerguen otras montañas, en este caso las Lasiti, con una meseta interna del mismo nombre, a unos 850 m de elevación, mientras que hacia el Norte, alrededor del pueblo de Malia, hay largas playas. Hacia el Este de estas montañas la isla se estrecha en el Istmo de Ierápetra, de unos 12 km de ancho, con las Montañas Thripti hacia el Este, las cuales descienden hacia la costa, en un terreno desértico.
Toda esta variedad geográfica y climática, resultando en áreas de naturaleza aislada, siempre ha fomentado la creación de culturas regionales distintivas, desde la época neolítica hasta el presente, y en este y futuros artículos iremos viendo cómo esto se manifestó en la arquitectura minoica antigua.
Etnias e identidades
El pueblo cretense siempre ha inspirado curiosidad en los visitantes extranjeros por su diversidad interna. El mismo Homero nos describe la isla, en época arcaica, como habitada por cinco pueblos distintivos, hablando diferentes idiomas o dialectos: los aqueos, los cretenses nativos, los cidonios, los pelasgos y tres tribus de dorios. Sir Arthur Evans, el celebérrimo excavador de Cnosos, consideraba a los antiguos minoicos como el producto de varias olas de inmigración, la primera proviniendo del Sur de la Anatolia, luego de Libia, del Valle del Nilo, y, finalmente, de alguna región mediterránea europea. Estudios genéticos modernos nos destacan una gran afinidad con poblaciones en la Anatolia central, con inmigraciones posteriores de Siria/Palestina, el Noroeste anatolio y finalmente un componente micénico, es decir, griego continental de la Edad de Bronce.
El interés del autor del texto en cuestión es precisamente explorar la construcción de identidades concéntricas, según la noción de Herzfeld, en la antigua Creta minoica a través de sus manifestaciones arquitectónicas, influenciando, manteniendo y representando estas identidades. El concepto de “identidades concéntricas” se refiere al fenómeno donde un habitante, en este caso un cretense, poseería una identidad a nivel local, de su aldea, luego una regional, luego una cretense, y finalmente una griega. De igual manera, cualquier extranjero, fuera un no-griego, no-cretense, habitante de una región cretense distinta, de una aldea diferente, que no estuviera emparentado, o que fuera pariente pero pariente distante, cualquiera que fuera el caso, sería decididamente inferior, en diferentes grados, del “yo”, en sus diferentes niveles concéntricos de identidades. Otros tipos de identidad, o componentes de la misma, naturalmente, son los que dependen de la postura individual en una jerarquía social, por ejemplo.
Cronología
Existen diversos sistemas cronológicos para la antigua civilización minoica, con uno de ellos basándose en variaciones y transiciones de estilos artísticos en la cerámica de la isla, y otro con respecto a la creación de las gigantescas estructuras arquitectónicas minoicas denominadas “palacios”. Todavía hoy en día existe un debate constante entre los específicos límites entre las subdivisiones de estas cronologías, pudiéndose distinguir una “alta cronología” y una “baja cronología”, pero McEnroe nos simplifica esto con su propia versión, la cual seguiremos utilizando a futuro siempre que hablemos de la civilización minoica:
Período Neolítico
Este período comprende una vastedad de cuatro mil años, durante los cuales surgieron los primeros asentamientos en muchas regiones cretenses, período durante el cual Cnosos se iría perfilando como el asentamiento más importante en la isla y cuando se diseñaron las formas y técnicas básicas de una arquitectura minoica vernácula. En efecto, desde el Neolítico Temprano (NTe) los dos elementos arquitectónicos domésticos básicos cretenses ya se habían establecido firmemente: la creación de pueblitos (entre diez y cien personas) y aldeas (entre cien y mil personas), un patrón de asentamiento que se mantuvo hasta hace poquísimo en la isla, y la postura de la casa individual, para una familia nuclear, como el tipo de vivienda más común.
Las casas cretenses variaban mucho de región a región, al ser construidas con materiales y técnicas locales, inevitablemente manifestando identidades también locales. Sin embargo, había unos parámetros generales a nivel de isla, los cuales veremos a continuación. Estas casas cretenses usualmente eran rectangulares y con un techo plano, con la cantidad de espacios internos, sus tamaños y ubicaciones relativas variando muchísimo. Esta forma rectangular y el techo plano hacían que fuera relativamente fácil construir adiciones a un edificio original, conforme variaba la composición familiar, así como también hacerlo más pequeño construyendo paredes internas adicionales y dejando ciertos espacios caer en desuso y decaimiento. Los materiales básicos de construcción eran escombros de albañilería, ladrillos de barro, maderos, ramas, tierra y arcilla. Con la excepción de los maderos en ciertas regiones, todos los otros materiales eran de fácil acceso en las inmediaciones del sitio de construcción. Estas casas también estaban bien adaptadas al clima: con paredes y techos gruesos, éstos absorbían el calor diurno, manteniendo el interior fresco, y radiaban calor durante las frías noches.
La parte inferior de las paredes, el zócalo, estaba construido con escombros, con la cantidad y tipo de piedras variando con respecto a la disponibilidad local. Estas piedras se posicionaban en capas más o menos horizontales, y las paredes se construían de manera simultánea desde dentro y desde fuera, con dos “pieles” por pared. Los espacios entre las piedras se rellenaban con piedras más pequeñas y tierra, pero como al construirlas de esta manera las paredes tendían a explayarse hacia los lados, era necesario intercalar, de vez en cuando, piedras anchas que cubrieran el grosor de la pared, para crear uniones horizontales en la estructura. Ocasionalmente las paredes eran construidas enteramente con este método, pero lo más común en el período Neolítico es que el zócalo fuera relativamente bajo, y el resto de la pared, en sus secciones intermedias y altas, fuera construido con ladrillos de barro. Una vez erguidas las paredes, una o las dos caras de la pared eran recubiertas con estuco también de barro, creando una superficie lisa y uniforme.
El techo era la parte más problemática de la casa, requiriendo una construcción cuidadosa y reparaciones frecuentes. Cuando el techo debía ir sobre un espacio de cierta extensión, una gran viga de madera era puesta a lo largo del espacio, sostenida sobre boquetes en la parte superior de las paredes. Luego, otras vigas, de menor tamaño, eran colocadas en sentido transversal a la primera. En el espacio entre estas vigas secundarias se colocaban ramas y hojas, encima de ellas una capa de tierra compactada, y finalmente una o dos capas de arcilla impermeable, todo con una ligerísima pendiente para posibilitar el drenaje del agua. El techo, construido de esta manera, requería mantenimiento anual, y cada cierta cantidad de años probablemente era reemplazado por completo. Más allá de proveer refugio de la lluvia y el sol, el techo influenciaba de maneras muy importantes la arquitectura minoica. Por ejemplo, el peso del techo y su limitada capacidad de soportar tensión determinaban el límite de las medidas y extensiones de los espacios internos, ya que a partir de un cierto largo o área, el techo colapsaría; esto resultaba en una proliferación de áreas relativamente pequeñas. El hecho de que fuera plano, como ya dijimos, facilitaba la expansión de la casa, así como posibilitaba que diferentes casas se construyeran de manera contigua, ya que los techos a dos aguas son mucho menos adaptables a estos fenómenos de expansión continua y contigüidad. Eventualmente, como consecuencia de estas posibilidades, terminaríamos con aldeas o pueblos enteros que parecen no más que un conjunto de celdas adyacentes unas a otras, y desde la arqueología se vuelve difícil determinar dónde terminaba una casa y empezaba otra.
La principal dificultad a la que nos tenemos que enfrentar cuando queremos explorar el período Neolítico cretense es que, tras más de un siglo de excavaciones, sólo un asentamiento, el de Cnosos, ha sido excavado sistemática y meticulosamente en una extensión considerable. Como luego veremos, hay otros sitios que han sido excavados, pero nada cercano a la exhaustividad y extensión de Cnosos. Las principales excavaciones de Cnosos fueron realizadas por Sir Arthur Evans del año 1923 al 1924 y por John Davies Evans del 1969 al 1970. Sin embargo, inclusive en Cnosos nuestra evidencia es limitada, ya que el famoso palacio de Cnosos, de época Palacial, está construido encima de los escombros arquitectónicos de la época Neolítica, una capa de escombros que alcanza los once metros de grosor. Esto ha limitado las excavaciones de restos neolíticos a las regiones marginales no cubiertas por el palacio, así como a otros sitios menores en otras regiones de Creta.

A continuación vamos a hacer un sobrevuelo por cada uno de los sub-períodos neolíticos y mencionar ejemplos de edificios de la época.
Período Acerámico (~7000-6000 a.C.)
Como se podrían imaginar, la evidencia que poseemos de esta época es muy limitada, y prácticamente sólo nos sobreviven hoyos donde iban enterrados postes estructurales y fosas utilizadas como hogares, para la cocción de alimentos y demás. En este período las casas todavía no eran construidas con los métodos expuestos previamente, sino con la técnica de bajareque, en la cual se clavan postes de madera sucesivamente y se entretejen con cañas, luego recubriendo todo con barro. Esta técnica está íntimamente relacionada con la de cestería, que habría sido crucial para un pueblo que todavía no había descubierto la cocción de la arcilla para crear recipientes cerámicos. Este tipo de paredes habría protegido del viento y proveído algo de sombra y privacidad superficial, pero no habría servido de gran manera contra el frío, calor o lluvia, por lo que se cree que estos eran edificios ocupados sólo temporalmente y por grupos pequeños de máximo cincuenta personas.
Los habitantes de esta época poseían una economía mixta de agricultura y ganadería. Sorpresivamente, se han encontrado restos de obsidiana cuyo origen es la isla de Melos, en el mar Egeo, lo cual nos atestigua un cierto nivel de comunicación y comercio con otras partes del Egeo. Adicionalmente a los restos mencionados previamente, también se encontraron siete tumbas de poca profundidad cavadas en los pisos mismos de las habitaciones, aparentemente para enterrar cuerpos de niños; todo esto en el sitio de Cnosos mencionado antes.
Período Neolítico Temprano (~6000-5000 a.C.)
Para esta época ya podemos distinguir un asentamiento permanente en Cnosos, de dimensiones mucho más grandes que el previo, aparentemente temporal, del período Acerámico. En este caso los edificios ya poseen forma rectangular, y eran construidos para que duraran todo lo posible. Las paredes ya empiezan a ser construidas con escombros y ladrillos de barro, como se explicó antes, y casi con total certeza los techos también de la manera expuesta anteriormente. Algo curioso es que entre las rocas de los zócalos también se han encontrado herramientas de piedra desgastadas, las cuales eran reutilizadas como elementos estructurales.
El edificio mejor excavado y delimitado es el llamado “Casa E”. Sus paredes poseen composiciones variables, lo cual se adjudica a una sucesión de reparaciones y modificaciones, pero siempre dentro de la técnica neolítica ya conocida. Este edificio es inusual en cuanto que parece ser un área rectangular abierta, sin divisiones ni espacios adicionales, y que poseía un hogar de fosa en el centro, hacia la pared del norte.
La “Casa C” es un edificio algo posterior, pero del mismo período, el cual sí posee varios espacios internos. Las paredes fueron construidas de la manera usual, aunque curiosamente con una sola “piel” o fila de piedras, lo que las hacía menos macizas y resistentes. Sin embargo, a pesar de esto, las paredes poseían un acabado bastante pulcro, recubiertas internamente con estuco de barro cuidadosamente creando ángulos regulares con el piso y las otras paredes. Hacia el centro de cada espacio hay una serie de depresiones superficiales que funcionaban como pequeños hogares. No todos eran usados a la misma vez, sino que aparentemente eran utilizados por un tiempo, luego rellenados con arcilla, y se empezaba a utilizar otro en otro espacio. Hacia la parte norte del edificio una estructura triangular parece haber servido como alacena o algo similar. La extensión completa del edificio no ha sido excavada, siendo claro que hay más espacios en todas las direcciones que son parte del mismo edificio.
Para esta época el asentamiento en Cnosos había crecido a una extensión de unas 2.5 ha, con una población de alrededor de doscientas y seiscientas personas, lo cual es bastante grande para estándares cretenses. Inclusive en época del Minoico Temprano (~3000-2500 a.C.), unos dos mil años después, la mayor parte de los asentamientos eran pueblitos de unas veinticinco o treinta personas, y todavía para el año 1948 d.C., hace menos de cien años, alrededor de un 86% de todos los pueblos cretenses poseían menos de quinientos habitantes.
Período Neolítico Medio y Tardío (~4500-4000 a.C.)
En este período la aldea en Cnosos ya había crecido, aproximadamente, a una población entre quinientas y mil personas, lo cual implica cambios correspondientes en los edificios construidos y utilizados. Tenemos dos ejemplares de edificios de la época, la “Casa D” y la “Gran Casa del Período Neolítico Medio”.
La Casa D es un único espacio, de 16 m2 (~4 m x 4 m). Las paredes fueron hechas con el método de la época, y también recubiertas con estuco de barro en el interior. En la pared norte parece haber estado la puerta y una ventana adyacente, conjunto que ahorraba madera, al utilizar un madero vertical para delimitar tanto un lado de la puerta como de la ventana, y lo mismo para el dintel, el cual se extendía para cubrir el ancho de tanto la puerta como de la ventana. En la pared sur había una pilastra, un tipo de columna superficial a modo de ligera protuberancia con respecto a la pared a la que se une; no está claro si cumplía un papel estructural o decorativo. La puerta se encontraba en la esquina noroeste, en el centro del espacio estaba el hogar, bajo la ventana había un tipo de alacena, con otra en la esquina noreste, y había una plataforma elevada en la esquina sureste, de uso incierto.
Al sur de la Casa D está la “Gran Casa del Período Neolítico Medio”. Aunque sólo se ha excavado alrededor de la mitad de este edificio, la mitad excavada ya resulta grandísima para los estándares de la época, con cinco espacios cubriendo juntos más de 100 m2. Las paredes eran particularmente gruesas, midiendo casi un metro de ancho, lo cual inclusive habría permitido la construcción de un segundo piso. Lastimosamente, de este edificio sabemos poco más de lo recién dicho.
Período Neolítico Tardío y Final (~4000-3000 a.C.)
Sir Arthur Evans excavó unas estructuras al Suroeste de la “Gran Casa” recién mencionada, con la cual ya podemos ir viendo el emergente problema de cómo comprender un conjunto de espacios adyacentes, si como una unidad o como diferentes edificios construidos uno junto al otro. Evans dividió este edificio en dos casas, cada una construida alrededor de un espacio central con un hogar rectangular y elevado. La principal diferencia con edificios de épocas previas es que ahora se empiezan a utilizar numerosos espacios pequeños, sin puertas y por lo tanto aparentemente aislados del resto de la edificación. Estos también fueron comunes en la Creta de la Edad de Bronce (~3000-1200 a.C.), unos cuantos cientos de años en el futuro, y generalmente indican la existencia de cuartos en un segundo piso, a través de los cuales se accedería a los del primer piso, y utilizados en su mayoría como espacios para el almacenamiento de todo tipo de bienes. Otros rasgos característicos de ambas épocas son la gran cantidad de espacios, los diseños rectilíneos y la construcción adyacente de los edificios.
Antes de concluir, es imperativo mencionar una estructura adicional, cuya relativa sencillez y modestia oculta un principio de diseño de grandísimas consecuencias. Esta estructura es un pequeño edificio en Magasa, cerca de Palaicastro, hacia el extremo Este de Creta. Este edificio posee dos espacios, relativamente grandes para la época, y dentro del más grande de ellos se encontró una serie de herramientas de piedra y obsidiana. La trascendencia de este edificio yace en su diseño, el cual ha sido designado con el nombre escocés de “b’ut and b’en” por el especialista D. Mackenzie, término que significa algo así como “fuera y dentro”. Este diseño ha sido considerado como el diseño arquetípico y minoico por excelencia, en el cual los espacios están posicionados de tal manera de que el transeúnte debe recorrer un espacio pequeño, del largo de otro espacio más grande, y luego acceder a éste más grande mediante una esquina que conecta el uno con el otro. Esto se contrapone con un diseño que nos podría resultar más natural, como simplemente acceder al espacio grande de manera directa mediante una puerta frontal. Este tipo de diseño minoico persistiría en toda Creta durante la Edad de Bronce, y contrastaría, como veremos cuando abordemos la arquitectura micénica, con los diseños lineales y axiales de los griegos continentales, ejemplificando las diferencias étnicas en mentalidad, concepción y utilización del espacio entre ambos pueblos. Este diseño contiene en sí la semilla de los edificios laberínticos minoicos de época palacial, así como de los patrones curvos, retorcidos y ondulantes tan característicos del arte minoica, ideas tan reconocidamente minoicas que también encontramos presentes en el mito del Minotauro, aprisionado en un laberinto por Dédalo, bajo orden de Minos, rey de Creta.
Es hasta este período Neolítico Final que empezamos a ver otros asentamientos en Creta, dispersos en muy diversas partes de la isla. Este rápido crecimiento y proliferación de asentamientos probablemente se debió a una nueva ola de inmigrantes. Esta inmigración parece haber generado tensiones con la población preexistente, ya que muchos de estos nuevos asentamientos se encuentran en posiciones de difícil acceso y altamente defendibles. Sin embargo, la evidencia arquitectónica sigue siendo muy escasa, ya que, por ejemplo, de los 190 sitios arqueológicos que T. Strasser indexó en 1992, cubriendo todo el período Neolítico, hay 74 cuevas, 120 descubrimientos superficiales, y sólo 6 con restos arquitectónicos. En el siguiente artículo bajo esta nueva línea temática exploraremos algunos de estos otros asentamientos, ya en el período Prepalacial, con sus divergencias arquitectónicas, y veremos cómo estas divergencias parecen manifestar diferentes identidades grupales y regionales.